Cada día, nuestros Equipos de Protección Individual (EPI) nos acompañan en el trabajo, garantizando seguridad y protección. Pero, como cualquier herramienta, también los EPI tienen un ciclo de vida: con el tiempo se desgastan y deben ser sustituidos.
La verdadera pregunta es: ¿qué ocurre después?
En el pasado, a menudo terminaban simplemente entre los residuos, perdiendo su valor. Hoy, en cambio, elegimos un camino diferente, más consciente y sostenible, que nos permite transformar un problema en una oportunidad.
Junto con Lyreco, nuestro cliente y proveedor, hemos puesto en marcha un proyecto en el que la colaboración es el verdadero motor del cambio. En áreas específicas de nuestras plantas de producción en Salvaterra, pronto estarán disponibles contenedores dedicados, fáciles de reconocer y siempre al alcance de la mano, en los que depositar los EPI ya agotados. Un gesto sencillo, pero de enorme valor: son precisamente estas acciones cotidianas las que dan forma a la economía circular, un modelo capaz de dar nueva vida a los materiales y reducir el impacto ambiental.
Y así, lo que antes servía solo para protegernos, hoy se convierte en recurso:
- El calzado y las suelas se transforman en pistas de atletismo o alfombrillas amortiguadoras para la infancia, contribuyendo al deporte y a la seguridad de otras personas.
- Los guantes y los filtros encuentran una nueva función como relleno para paneles fonoabsorbentes o aislantes, demostrando que incluso los materiales más técnicos pueden tener un nuevo propósito.
- Los cascos y las gafas se reinventan en objetos de uso cotidiano, como escritorios o llaveros, símbolos concretos de una segunda oportunidad.
Cada pequeña contribución, cada gesto de atención, nos acerca un poco más a nuestros grandes objetivos de sostenibilidad. No se trata solo de una cuestión medioambiental: es un compromiso compartido, una manera de decir que juntos podemos marcar la diferencia.
Cada pequeño paso nos acerca a grandes metas. Y las alcanzaremos, juntos.
